26 de febrero de 2008
14 de febrero de 2008
Descansar en paz.
La mayor parte de ellos eran sinceras expresiones de buena voluntad del tipo “Quisiera que no hubiera guerras” o “Que ningún niño pase hambre”, todas acompañadas de un absoluto “NUNCA MAS”.
Había algunos realmente sorprendentes: Una niña, imagino que cansada de que espiasen su tarea por encima del hombro o tal vez haciendo sana crítica de la iniciativa de las tarjetas, había escrito “Que nadie quiera saber mis deseos”. Otro niño, vaya usted a saber por qué, había puesto “Que a mi padre se le pase todo”.

Pero lo que más llamó mi atención fue una especie de subgénero que hacía referencia a la muerte. “Que no mueran los seres queridos”, “Que nadie tenga que morir”, “Que no se muera mi abuela”, “Que se mueran todos los malos” o este, que es mi favorito, “Que la gente que muere sea gente normal”. Desgraciadamente, el poco de niña que queda en mí no sospecha ni remotamente qué demonios intentaba decir este muchacho con frase tan genial…
El caso es que, como al común de los mortales, la idea de la muerte les inquieta, sobre todo la desaparición de un familiar cercano. Para los pocos de entre ellos que han vivido esa experiencia, la muerte no es ya algo ajeno y abstracto, atrayente y temible a un tiempo, asociado a sus fiestas de pseudo-halloween. Es un adiós definitivo. Un hecho irreversible. Y es muy difícil entender algo irreversible en esta sociedad de soluciones.
Este es el tema que tratan Emil Bravo y Jean Regnaud en su excelente tebeo “Mi mamá (está en América y ha conocido a Buffalo Bill)”.
No resulta fácil para los adultos recrear las vivencias infantiles, ni siquiera las propias. Tendemos a contaminarlas de lógica, de madurez, a despojarlas de la parte de soledad, confusión y angustia que realmente tuvieron. Este no es el caso de este par de autores, que reflejan espléndidamente el sentimiento de “nos viene grande” que acompañó nuestros primeros años. Muy recomendable.
11 de febrero de 2008
Las niñas se hacen mayores...
Sorcelleries en Angouleme, su primer baile de sociedad. (Gracias por la foto a Fernando Tarancón)
8 de febrero de 2008
Después de la tempestad...
Los que escribimos en pergamino, lógicamente, no podemos llevarnos del todo bien con las nuevas tecnologías... Nos cuesta entender que, lo que queríamos que fuese una pequeña modificación termina convirtiéndose un "tíralo todo y empieza de nuevo si quieres evitar una crisis nerviosa". Por eso a partir de hoy este blog es ligeramente diferente. Por eso, los amables comentarios de todas las buenas gentes que se pasaron por aquí han caído por la borda en la lucha librada contra los elementos... Pero nos comprometemos a defender con la vida cada nuevo comentario! Que un poco de tempestad no os haga bajar de este navío...
Leia MaisThe lion sleeps tonight...
Bienvenido a casa, Leo...
(Gracias, Marisa!!)
Bande-annonce Sorcelleries
En esta ocasión han editado un vídeo promocional que da la oportunidad de disfrutar con nuevas viñetas del enorme Guarnido... ¡Espero que os guste!
Peonía marchita
El cuento de la isla desconocida...
El capitán vino, leyó la tarjeta, miró al hombre de arriba abajo y le hizo la pregunta que al rey no se le había ocurrido, Sabes navegar, tienes carné de navegación, a lo que el hombre respondió, Aprenderé en el mar. El capitán dijo, No te lo aconsejo, capitán soy yo y no me atrevo con cualquier barco. Dame entonces uno con el que pueda atreverme (...) dame un barco que yo respete y que pueda respetarme a mí. Ese lenguaje es de marinero, pero tú no eres marinero. Si tengo el lenguaje, es como si lo fuese. (...) Para qué quieres el barco, Para ir en busca de la isla desconocida. Ya no hay islas desconocidas. (...) Es extraño que tú, siendo hombre de mar, me digas eso, que ya no hay islas desconocidas, hombre de tierra soy yo, y no ignoro que todas las islas, incluso las conocidas, son desconocidas mientras no desembarcamos en ellas. Pero tú, si bien entiendo, vas en busca de una donde nadie haya desembarcado nunca, Lo sabré cuando llegue, Si llegas, Sí, a veces se naufraga en el camino, pero si tal me ocurre, deberás escribir en los anales del puerto que el punto adonde llegué fue ese. Quieres decir que llegar, se llega siempre. No serías quien eres si no lo supieses ya. (...) Voy a darte la embarcación que te conviene(...)
Siempre tuve la idea de que para la navegación sólo hay dos maestros verdaderos, uno es el mar, el otro es el barco. Y el cielo, te olvidas del cielo, Sí, claro, el cielo, Los vientos, Las nubes, El cielo, Sí, el cielo..."
Bienvenidos a bordo del Perpetuum Mobile!
Aquellos que aún creéis en las islas desconocidas y que a navegar se aprende navegando, tenéis pasaje gratuito, cama y comida en este navío en travesía perpetua por mares no siempre en calma... Daos prisa, zarpamos con la marea...